Reflexión.

Pasan por mi cabeza mil cosas, mil preguntas,mil imágenes.

Tengo ganas de vivir, respirar, soñar, oler el césped recién cortado, escuchar a los pájaros, correr, reír, llorar, saltar, abrazar...

¿Por qué nos preocupamos tanto por las cosas? ¿Por qué no simplemente las aceptamos y seguimos hacia adelante?

La vida es maravillosa, todo el mundo tiene problemas, pero la diferencia entre las personas que están ''mal'' y los que están bien es que mientras que los primero se aferran a lo que les sucede y no avanzan, los segundos se levantan, miran al frente y continúan su camino.

Existe un proverbio chino que dice: ''El sabio puede sentarse en un hormiguero, pero solo el necio se queda sentado en él''. 

El otro día venía de la universidad y me empecé a fijar en todo lo que tenía a mi alrededor. Era una tarde fría, esas tardes de invierno en la que lo único que pasan son las hojas movidas por el viento, el cielo estaba teñido de oscuridad, el aire me acariciaba levemente la cara. De repente me detuve en medio del camino y observé los árboles por los que tantos días había pasado caminando, sus ramas, su figura, su color, era maravilloso. El suelo verde, y las nubes moviéndose como si de un baile se tratase. 

Lo que quiero decir con esto es que si por un momento te detienes, paras el tiempo y comienzas a observar lo que gira alrededor de ti, podrás comprobar que los ''problemas'' que tienes son menos problemas cuando te das cuenta de la grandiosidad sobre la que vivimos.